Erick Fernandes |
Se
preguntarán si aquellas escenas de la película “2012” no son una exageración
después de todo, ¿verdad? En la superproducción de Hollywood, imágenes
apocalípticas de océanos que suben de nivel, volcanes en erupción y ciudades
que se derrumban preludian el fin del mundo tal como lo conocemos.
Bueno, déjenme decirles que si bien no soy muy adepto a las películas
catástrofe -creo que simplifican excesivamente la cuestión y desensibilizan al
público- sí creo que el mundo tal como lo conocemos marcha hacia un peligroso cambio
climático.
Tengan en
cuenta los cambios que ya han tenido lugar. Para empezar, la temperatura
promedio se eleva consistentemente en todo el mundo y de una manera nunca antes
vista: diez de los años más calurosos de los que se tengan registro tuvieron
lugar en la última década.
Las capas de hielo de la Tierra se derriten, y el nivel
de los océanos se eleva. Groenlandia y la Antártida perdieron 400 km3 de hielo
en un período de cinco años. Los glaciares de la región andina están desapareciendo.
Desde de la década de 1950, los océanos se calientan y se
están acidificando; el nivel del mar aumentó unos 20 cm desde la época
preindustrial y está subiendo a un ritmo de 3,2 cm por década. Las principales
áreas de cultivo sufren sequías e inundaciones cada vez más frecuentes. Si piensa que
esto es malo, piénselo de nuevo.
Un nuevo
informe (i) advierte
que la temperatura podría subir 4 grados Celsius para fines de este siglo, acelerando las ya catastróficas consecuencias que
podemos observar en el clima mundial. América Latina y el Caribe probablemente sufra la peor parte de esto. Primero,
parte de la selva amazónica podría marchitarse lentamente.
Estudios recientes pronostican una mayor probabilidad de
algún tipo de mortandad forestal y su transformación en pastizales,
especialmente en los extremos oriental y meridional de la zona amazónica.
La selva amazónica en peligro. Asimismo, la capacidad de la región de seguir siendo el
granero del mundo está en peligro. Dado que la selva amazónica genera parte de
las lluvias que caen en Argentina, Paraguay, Uruguay y el sur de Brasil,
cualquier mortandad severa de la misma, junto a temperaturas más elevadas,
podría en teoría tener un impacto negativo sobre las productivas áreas de
cultivo de la región.
¿Arrecifes de coral de postal?
Esos también podrían desaparecer -mucho antes de llegar a un mundo 4 grados más
cálido. La evidencia científica más reciente apunta a una mayor
acidificación oceánica y a una substancial disminución de los arrecifes de
coral aun con un calentamiento de 1,5 °C.
Esto tendrá graves repercusiones en la industria
turística caribeña y en los medios de vida de las comunidades costeras de la
región. Un escenario más caluroso trae consigo un mayor riesgo de daños
causados por inundaciones y huracanes en América Central (costa atlántica y
pacífica) y en el Caribe debido a la combinación de mares más elevados y
marejadas ciclónicas.
En resumidas cuentas, el impacto potencial sobre el clima amenaza con
revertir décadas de esfuerzos en términos de reducción de la pobreza y
desarrollo sustentable. Por lo tanto, ¿está América Latina preparada? La respuesta inmediata es: no del todo. Pero hay indicios de que la región ve
en camino a mejorar su capacidad de recuperación ante un medio ambiente más
caluroso.
La solución es verde. Los países latinoamericanos ya están adoptando medidas
para capear, y perdonen el juego de palabras, el impacto del cambio climático,
como indica un informe reciente sobre crecimiento verde e inclusivo. La región de hecho se ha convertido en un “laboratorio verde” para la
innovación, con sistemas de transporte ecológicos, planes para
la reducción de CO2, energía limpia, pagos por servicios ambientales y programas
de conservación forestal que combinan tecnología de avanzada con el
conocimiento de las comunidades locales.
Todo esto allana el camino hacia un desarrollo
sustentable que es: más limpio (con menores emisiones); más eficiente (en el
uso de energía); con mayor capacidad de recuperación ante desastres naturales
(magnificados por el cambio climático) y, sobre todo, más inclusivo (al
asegurar que los pobres tienen la misma protección ante un mundo más cálido).
Además, la región está probando las siguientes
estrategias para facilitar su adaptación a los actuales cambios climáticos,
aprendiendo de esta manera cómo abordar los futuros:
*Infraestructura capaz de resistir los nuevos “extremos”
climáticos.
*Variedades de cultivos capaces de un buen desempeño bajo
sequía/inundación/calor, junto a inversiones estratégicas para el riego
eficiente.
*Bancos de semillas para preservar el crucial germoplasma
de los cultivos, árboles y ganado para futuros programas de cultivo adaptable.
*Paisajes rediseñados y administrados para manejar
peligros múltiples.
*Mejores redes de protección social para grupos
vulnerables.
*Gestión de riesgo ante desastres naturales y sistemas de
seguro proactivos para facilitar la recuperación luego de daños catastróficos.
*Sistemas informáticos y sistemas de apoyo a las
decisiones para los tomadores de decisiones.
*Monitoreo del tiempo y clima y servicios para clientes
de diferentes sectores.
*Sistemas de alerta temprana y planes de respuesta a
situaciones de emergencia.
*Evaluaciones sistemáticas del cambio climático e impacto
a nivel regional Aún podemos evitar un calentamiento de 4 °C.
Varios estudios muestran que existen soluciones técnica y
económicamente viables para mantener el calentamiento por debajo de los 2 °C.
En otras palabras, el nivel de impacto que el mundo
experimentará depende ahora completamente de la acción o inacción de los
gobiernos, el sector privado y la sociedad civil.
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