Cuatro señales de alerta temprana nos dicen que un cambio climático rápido puede convertirse muy pronto en un proceso que se perpetúa a sí mismo –acelerándose más allá de nuestra capacidad para evitar consecuencias catastróficas. El casquete de hielo de Groenlandia se está derritiendo, los suelos árticos permanentemente congelados se ablandan, los océanos se están volviendo más ácidos, y la capacidad de los bosques y pastizales de absorber cada vez más CO2 es limitada.
La necesidad de evitar traspasar estos umbrales establece límites a la concentración atmosférica de gases de efecto invernadero. Es esencial establecer –y alcanzar– esta meta para proteger el sistema climático de la Tierra como un recurso natural para todos. Establecer una meta es una tarea políticamente difícil, que requiere tomar decisiones que puedan tener diferentes impactos sociales. El alcanzarla puede ser aún más difícil, requiriéndose esfuerzos extraordinarios para reestructurar el sector del transporte, ‘descarbonizar’ el sector energético y reducir sustancialmente las emisiones provenientes de la agricultura, los bosques y los humedales.
Ejemplos de temas investigados en este eje temático son
el impacto del cambio climático y de la degradación ambiental originada en la sobreexplotación de los servicios de los ecosistemas, y su relación con la seguridad humana;
cómo los ecosistemas boscosos y marinos controlan el impacto de los gases de efecto invernadero y “secuestran” carbono;
las distintas estrategias de adaptación y cómo se puede apoyar a los países y comunidades para que estén preparados para hacer frente a los impactos del cambio climático;
la necesidad de planificar corredores para que las especies puedan migrar en respuesta al cambio climático, y la función que en este sentido pueden desempeñar las redes de áreas protegidas; y
los métodos e instrumentos para mitigar los impactos del cambio climático y adaptarse a él.
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